¿Es un sueño?

Anochecía. Parpadeaban las primeras estrellas mientras yo continuaba allí, sentada en una de las rocas más altas del acantilado y esperando frente al mar que ocurriera lo que tanto deseaba: el regreso del barco pesquero de mi padre a puerto.

Se levantó una brisa agradable y fresca, y en menos que cantara un gallo la mar enfureció de tal manera, que lanzó sus olas al viento para alcanzarme. A pesar de su furia, me mantuve firme y segura, cerré los ojos y la figura de mi padre apareció una y mil veces como si fuese una sucesión interminable de diapositivas:recuerdos inolvidables de vivencias gratificantes con él.

De repente, el fuerte rugido del vendaval me despertó con sobresalto y, sin querer, desperté a un precioso gatito que dormía acurrucado en mis pies, lo cogí y abracé fuertemente para tranquilizarlo, y otra vez me quedé adormecida.

En mi mente afloró la imagen de una tarde espléndida, sin nubes, el cielo azul y las gaviotas volando allá arriba, cerca del mar. Yo me encontraba acomodada en la arena mojada en la orilla de la playa, disfrutando de esa brisa marina que acariciaba suavemente mi piel y contemplando con expectación los barquillos que mecía el oleaje a lo lejos.

El bramido de la ventolera me sacudió con una gran pujanza que me hizo temblar y, antes de precipitarme al abismo, advertí una cavidad en la piedra por la que me introduje rápidamente para resguardarme. En ese preciso momento me acordé del minino y, al no verlo, lo llamé con desesperación, y no tardé en escuchar sus maullidos como como si fueran un eco lejano. Siguiendo ese rumor, me deslicé agachada y de rodillas por la tierra gruesa y me adentré gateando con dificultad en las profundidades de la cueva.

Tras recorrer un larguísimo trecho, que se me antojó demasiado largo, divisé una intensa luz que cegó los ojos. Continué sin temor y traspasé los límites de la vida.

Impresionada, me levanté y descubrí un mundo nuevo, fantástico y difícil de creer, inimaginable, tranquilo, feliz, como si estuviese flotando en las nubes. Me sentí renacer en aquel hermoso lugar.

Alguien se acercó y lo reconocí, mi padre.

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